POR DAGUERRE EN ABC DE SEVILLA
Antúnez empezó en el Sevilla, se fue al Betis y regresó a Nervión. En la temporada 1945-46
pasó de jugar en Segunda a ganar la Liga con los blancos.
pasó de jugar en Segunda a ganar la Liga con los blancos.
El 31 de marzo, festividad de san Benjamín, es fecha que está marcada para siempre en rojo —¿qué otro color...?— en la agenda del Sevilla F. C., por cuanto ese día en 1946, cuarto domingo de Cuaresma, o sea dominica de laetare, que traducido significa domingo de alegrarse, el equipo entrenado por el gallego Ramón Encinas, cuyo segundo apellido era Dios, logró su primer —y hasta ahora único— título de campeón de Liga tras empatar a uno —gol del «Pato» Araújo— en el viejo campo de Les Corts frente al Barcelona, que de haber ganado el partido habría sido el que se alzara con el título. Once años antes, el 19 de junio de 1935, otra fecha remarcada en encarnado, Moncho Encinas había sido también el técnico que hizo por primera vez campeón de España —Copa del Presidente de la República— al Sevilla, que derrotó al C. D. Sabadell por 3-0 en el viejo campo de Chamartín.
La dominica de laetare de 1946, a 15 días para una Semana Santa cuya nómina de cofradías era sensiblemente más corta, más de media Sevilla no sólo se alegró sino que se regocijó en extremo. Los héroes de Barcelona habían sido Busto, Joaquín, Villalonga, Alconero, Eguiluz, López, Arza, Araújo, Herrera, Campos y... Antúnez, un mediocentro que empezó a jugar en Nervión, pero que se vio obligado a emigrar a Heliópolis, donde destacó, lo que le facilitó el salvoconducto de retorno a Nervión habida cuenta de que los blancos necesitaban reforzarse en el centro del campo si verdaderamente querían aspirar a la conquista del título de Liga.
La historia es bien sencilla: el Sevilla se dirige al Betis y muestra su interés por Antúnez; el Betis, en Segunda, precisa dinero perentoriamente y tiene a todos sus jugadores en venta; el acuerdo se cierra en 81.000 pesetas a tocateja —en aquellos tiempos, un dineral— y el futbolista se va para Nervión. La afición bética mostró su desagrado tras conocer la noticia y la directiva presentó impugnaciones a una operación que se había gestionado y culminado legal y legítimamente. El debut de Antúnez con el Sevilla acaeció el 27 de enero de 1946 en Chamartín frente al Real Madrid, con empate a uno. Hasta el 31 de marzo, el futbolista disputó todos los partidos, diez, y se proclamó campeón de Liga.
Cuando el torneo ya finalizaba, el Betis presentó una nueva impugnación ante las más altas instancias del deporte nacional, cuyo responsable era el general Moscardó, afín a la causa bética. Se le solicitó nada menos que la privación al Sevilla de los puntos obtenidos con el concurso de Antúnez, lo que suponía desposeerlo del título de Liga y el descenso a Segunda. Acababa de nacer el llamado «caso Antúnez», todo un suceso en el fútbol español sobre el que se ha vertido —club de los ricos y, por lo tanto, «franquista» frente al club de los obreros; la soflama de Radio Moscú...— mucha fábula.
Sesenta y seis años después, un libro, «Caso Antúnez: Más allá del honor», original de Enrique Vidal, que ha acudido fundamentalmente a fuentes hemerográficas muy diversas, explica cómo ocurrió todo en realidad. La obra, que será presentada el 12 de abril, arroja esclarecedora y definitiva luz —muy ilustrativos son el dramatis personae que acompaña y el apartado del antes y el después de la Guerra Civil en los equipos sevillanos— sobre unos acontecimientos que se han visto tergiversados con el paso de los decenios por cuanto siempre resultó más fácil creer el infundio, o la leyenda, que la verdad.
La dominica de laetare de 1946, a 15 días para una Semana Santa cuya nómina de cofradías era sensiblemente más corta, más de media Sevilla no sólo se alegró sino que se regocijó en extremo. Los héroes de Barcelona habían sido Busto, Joaquín, Villalonga, Alconero, Eguiluz, López, Arza, Araújo, Herrera, Campos y... Antúnez, un mediocentro que empezó a jugar en Nervión, pero que se vio obligado a emigrar a Heliópolis, donde destacó, lo que le facilitó el salvoconducto de retorno a Nervión habida cuenta de que los blancos necesitaban reforzarse en el centro del campo si verdaderamente querían aspirar a la conquista del título de Liga.
La historia es bien sencilla: el Sevilla se dirige al Betis y muestra su interés por Antúnez; el Betis, en Segunda, precisa dinero perentoriamente y tiene a todos sus jugadores en venta; el acuerdo se cierra en 81.000 pesetas a tocateja —en aquellos tiempos, un dineral— y el futbolista se va para Nervión. La afición bética mostró su desagrado tras conocer la noticia y la directiva presentó impugnaciones a una operación que se había gestionado y culminado legal y legítimamente. El debut de Antúnez con el Sevilla acaeció el 27 de enero de 1946 en Chamartín frente al Real Madrid, con empate a uno. Hasta el 31 de marzo, el futbolista disputó todos los partidos, diez, y se proclamó campeón de Liga.
Cuando el torneo ya finalizaba, el Betis presentó una nueva impugnación ante las más altas instancias del deporte nacional, cuyo responsable era el general Moscardó, afín a la causa bética. Se le solicitó nada menos que la privación al Sevilla de los puntos obtenidos con el concurso de Antúnez, lo que suponía desposeerlo del título de Liga y el descenso a Segunda. Acababa de nacer el llamado «caso Antúnez», todo un suceso en el fútbol español sobre el que se ha vertido —club de los ricos y, por lo tanto, «franquista» frente al club de los obreros; la soflama de Radio Moscú...— mucha fábula.
Sesenta y seis años después, un libro, «Caso Antúnez: Más allá del honor», original de Enrique Vidal, que ha acudido fundamentalmente a fuentes hemerográficas muy diversas, explica cómo ocurrió todo en realidad. La obra, que será presentada el 12 de abril, arroja esclarecedora y definitiva luz —muy ilustrativos son el dramatis personae que acompaña y el apartado del antes y el después de la Guerra Civil en los equipos sevillanos— sobre unos acontecimientos que se han visto tergiversados con el paso de los decenios por cuanto siempre resultó más fácil creer el infundio, o la leyenda, que la verdad.
SI TE GUSTA EL ARTÍCULO TUITÉALO.
Hablamos de 80.000 ptas ja ja, fíjate lo que han cambiado los tiempos, eso ahora lo ganan por minuto jugado.
ResponderEliminarPd: Haber si colocas mi link en tu lista de Blog.
Saludos.